ENTREVISTA


Luis López, su código: el respeto Por: Maritza López-Lasso
El Ing. Luis López, para quien el límite de los
humanos es el cielo, con Maritza López Lasso

Al ver al Ingeniero Luis López por primera vez, con su andar y sus movimientos tranquilos, muy pocas personas podrían adivinar que detrás de este hombre de sonrisa placentera y mirada profunda se encuentra un haz de la construcción.


El dueño de Constructora López S.A. (CONLOSA) y de otras compañías con sede en Panamá y el exterior del país nos recibió en su finca de San Carlos.



¿Cuántas y cuáles obras construye CONLOSA actualmente?
En la actualidad tenemos 8 proyectos de construcción, en su mayoría contratos de estructuras. Entre estos tenemos: un centro comercial, Street Mall,  obra de 60000 m² y 15 millones de dólares en estructuras; Soho Mall, de 45 millones de dólares, la cual se terminará en agosto 2014; una torre de oficinas en la avenida Ricardo J. Alfaro, de un valor de 18 millones; en este momento estamos entregando 2 torres de apartamentos: Torre 88 y Green Park, ubicadas en Condado del Rey; estamos desarrollando un proyecto completo en el que somos, además de constructores, promotores. Se trata del proyecto Centenial, que consta de 150 apartamentos. Hemos iniciado la remodelación del Hospital de Punta Pacifica, proyecto de 4.4 millones de dólares. En la ciudad de David estamos construyendo el Hospital Rafael Hernández, obra de 70000m²  y 15 millones de dólares; en Darién estamos en la fase final del Hospital General de Meteti. La última obra que hemos iniciado, hace aproximadamente un mes, es el Panama Bussiness Tower, conjunto de oficinas de 52000 m² y  11 millones y medio de dólares en estructuras.

¿Asistes personalmente a estas obras?
Trato de visitar las obras al menos 1 o 2 veces por semana, independientemente de la ubicación geográfica del proyecto, o sea que en la actualidad también me desplazo a Chiriquí y a Darién cada semana.
Recorro todas las construcciones con los gerentes y  los ingenieros residentes y en este recorrido obviamente nos encontramos con el recurso humano, que es la base de esta y de cualquier empresa.

¿Mantienes contacto directo con tus obreros o solamente con los gerentes e ingenieros residentes?
Yo interactúo con todos los empleados de mi empresa desde los ingenieros hasta los barrenderos. No los conozco a todos porque actualmente la compañía tiene cerca de 800 trabajadores, pero a muchos los conozco por su nombre, inclusive a algunos de ellos los he ido a visitar a su propia casa. A todo obrero con el que me encuentro lo saludo, le estrecho la mano, le hago saber lo importante del trabajo que desarrolla para esta compañía, que él también es accionista  y que el crecimiento de la empresa es su propio crecimiento. Eso hace que los trabajadores se sientan identificados y considerados. Algunos de ellos me han confiado que nunca habían mantenido un diálogo con un ingeniero, mucho menos con un dueño de empresa.
Trato de comunicarle a los gerentes y a los ingenieros que ellos tienen que interactuar con su personal, pero algunos tienen que vencer algunas reservas.

Háblame de  tus inicios como ingeniero.
Cuando me gradué, en 1986, le prometí a mi padre, que era capataz en una compañía de construcción, que a corto plazo fundaríamos una empresa constructora familiar, pero justo entonces estalló la crisis que todos conocemos.  Yo empecé a trabajar en una empresa de prefabricados, Productos de Concreto S.A., y a hacer trabajos menores de construcción con mi padre: un baño por aquí, una acera por allá, una piscinita más allá. Lo importante es que siempre nos mantuvimos ocupados.

¿Cómo fueron los orígenes de CONLOSA?
Fue en 1994, cuando aún trabajaba en Productos de Concreto S.A.,  que se dio la oportunidad de crear mi propia compañía gracias a un empresario de la Zona Libre de Colón que necesitaba que le construyeran una galera en el área.
Fundé entonces, con dos otros socios, la empresa que en su tiempo se llamó Transportes y Equipos de Construcción. Nuestra alianza duró dos años. Mi visión de tener una empresa familiar, fue lo que nos llevó  a crear la empresa CONLOSA en 1996.
Al inicio éramos tres personas de la familia: mi papá, que era el capataz; mi hermano menor, almacenista, chofer y encargado de compras; y yo que era el ingeniero. Contábamos, además, con el apoyo de una secretaria.

¿En qué consistieron los primeros trabajos?
Las primeras obras consistieron en barriadas, trabajos menores como aceras, galeras, remodelaciones. Pero la compañía siempre fue en ascenso.
En 2001 comenzamos a incursionar en la construcción de edificios altos. Desde entonces hemos desarrollado más de 50 proyectos de edificaciones de gran talla en Panamá. Entre los cuales podemos mencionar: Torre Global Bank, Venettian Tower, Mystic Point y, últimamente, la Torre HSBC.

En toda empresa hay percances. ¿Podrías mencionar algunos de los obstáculos con los que se ha encontrado CONLOSA?
Son muchos los obstáculos a los que nos hemos confrontado. La mayor parte de ellos se dieron entre el año 2004 y el 2005. Hicimos algunas malas inversiones lo que generó una gran pérdida económica e hizo que nuestra empresa se fuera a pique. Mucha gente pensó que habíamos quebrado. Y hoy día cuando ven el nivel en que nos encontramos, se sorprenden de que hayamos crecido de esta manera.
Hemos pasado por muchos problemas: secuestro, auditorías con el seguro social, problemas con el fisco... y todos los fuimos superando uno a uno. Y hoy día CONLOSA es una de las empresas más grandes y reconocidas de Panamá.
Cuando miro hacia atrás y veo todos los problemas que hemos superado, le doy gracias a Dios porque gracias a ellos hemos aprendido y nos hemos fortalecido.

¿Algunas de las personas que vivieron esa época tan difícil para ti y para CONLOSA aún están en la empresa?
Muchos de los trabajadores vienen de antes de esa crisis y todavía están ahí. El encargado de compras y el oficinista, por ejemplo, están desde el 98. Cuando estalló la gran crisis se fueron y luego regresaron.
Una gran cantidad del personal de campo  también está ahí. A pesar de las tribulaciones se han mantenido firmes.

Cuando recorremos las oficinas y las construcciones se percibe cierto bienestar entre los trabajadores. ¿De qué manera incentivas a tu personal?

Obviamente hay bonificaciones que se dan a lo largo del año, pero esos son incentivos materiales. Creo que el mayor estímulo que puede tener una persona es el trato; que lo trates con dignidad, que reconozcas su esfuerzo, que le hagas sentir como parte de un equipo. El trabajador que es movido únicamente por la parte económica se cambia continuamente de empresa en busca de más dinero y no tiene ningún tipo de lealtad con la compañía.


¿De qué manera marcas el inicio y el final de un proyecto?
Al inicio de un proyecto reúno a mi equipo y les digo que estamos a punto de empezar una nueva obra, entonces hacemos un círculo, nos agarramos de las manos y le damos gracias a Dios por la oportunidad de darnos un trabajo nuevo, agradecemos también a quienes nos contratan porque depositan en nosotros la confianza de desarrollar su proyecto, porque ponen sus inversiones en nuestras manos y eso tenemos que agradecerlo. Luego comenzamos la planificación.
Posteriormente, la tradición es que cada vez que terminamos la primera losa hacemos una fiesta en la cual comparten todos los que tienen que ver con ese proyecto y los administrativos, aunque no pertenezcan a esa obra específica.
Por lo general, cuando terminamos la obra, no hacemos nada especial ya que estamos tan ocupados comenzando otros proyectos, que no nos da tiempo. Lo que sí hacemos es una celebración cuando terminamos la última losa. Esta es muy similar a la primera.



El Ing. Luis López con Sophie,
su nieta mayor.
¿De qué manera has sido influenciado por tus padres?
Desde muy temprano mi padre me inculcó la responsabilidad hacia el trabajo. Me decía que no importa cuánto ganáramos, teníamos que contribuir al bienestar familiar. También decía que podíamos influir en otros dando el ejemplo. En una ocasión, durante las vacaciones escolares de 1977, yo tenía 16 años, trabajé con él  en una construcción. Era un 25 de enero y hacía mucho calor. Yo llevaba una carretilla bastante pesada y decidí tomar cinco minutos de descanso. De repente apareció mi papá como un fantasma y me dijo en su léxico característico: "Ey pechugón te vi, tú crees que porque eres mi hijo puedes hacer lo que te da la gana. Tú tienes que dar el ejemplo porque si los obreros te ven perdiendo el tiempo, te imitarán". Yo tomé mi carreti


Esa lección me marcó para toda mi vida. El falleció sin saber hasta qué punto me ayudó esa lección y lo agradecido que estoy por los consejos que siempre me dio.El resto de mi familia, mi mamá, mis hijos, mis hermanos, lo son todo para mí y son mi motivación para seguir adelante.



¿Cuáles son tus metas a nivel profesional?
Mi meta es que mi empresa sea reconocida internacionalmente, con altos estándares de calidad y de seguridad y desarrollar proyectos tanto a nivel público como privado en el extranjero. Ya iniciamos en el estado de la Florida en el cual hemos adquirido terrenos con miras a construir viviendas, por ahora por medio de subcontratistas. Luego de eso tengo la intención de extenderme a Centro y Sur América y sé que lo lograremos porque para el humano el límite es el cielo.




¿Has tenido algún litigio por alguna obra que no hayas terminado?
Hasta el momento he tenido más de 300 contratos de construcción y todos los he terminado y con ninguno he salido de problemas. No en todas las obras nos ha ido bien. En algunas nos ha ido mal y en otras regular, pero las hemos terminado todas y cada vez nos sentimos realizados por haber cumplido con nuestra misión.
¿Qué quieres decir con que en algunas obras te ha ido mal y en otras regular?
Una obra es un negocio de muy alto riesgo. Uno sabe cómo comienzan los proyectos de construcción, pero no cómo terminan. Uno está sujeto a diversos factores: el recurso humano, el tiempo, hay problemas que ni siquiera te imaginas que se van a suscitar al momento de la licitación. Por ejemplo algo que nos acaba de suceder es que teníamos que comenzar nuestra parte en una obra en la cual los dueños debían construir los muros. El trabajo de ellos fue mal hecho y los muros se desbarrancaron. La pérdida es inmensa, pero al comenzar la obra ellos no pensaron en esa posibilidad.
Yo también me he visto confrontado a problemas similares. En esas ocasiones uno se encuentra frente a un dilema: salir huyendo o hacer frente a sus responsabilidades, terminar el trabajo aunque sea perdiendo dinero. A mí me ha tocado perder mucho dinero, pero creo que una de las cosas que me tiene en el sitial en que me encuentro es que contra vientos y mareas yo termino mi trabajo. Si fuéramos contratistas que a la primera dificultad abandonamos el barco, nadie nos contrataría. A nosotros nos contratan porque nos hemos creado la fama de que todos los trabajos que comenzamos los terminamos. No importa que a veces perdamos dinero.
¿Hay algo que aún no hayas hecho que quisieras realizar en los próximos años?
Una de las cosas que quiero hacer es consolidarme como promotor de viviendas. No sólo como constructor, sino como desarrollador-promotor. Ya empezamos con el proyecto de Centenial en el cual yo soy promotor, pero quiero expandirme y crecer más en esa dirección porque creo que el producto que nosotros tenemos para ofrecer a nivel de viviendas de interés social es muy bueno. Creo que tenemos toda la expectativa para desarrollar muy buenos proyectos a muy buenos precios en beneficio de la gente más humilde de este país. Y es en esa área en la cual realmente quiero consolidarme como promotor y como constructor. No voy a competir en áreas de lujo sino en áreas de vivienda de construcción social.

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